La Selección española de baloncesto se fue para casa a las primeras de cambio en el último Eurobasket, poniendo fin a la etapa dorada de Sergio Scariolo. Las dificultades para confeccionar el equipo revelaron las carencias en la generación de talento que está experimentando el baloncesto español. Y no es para menos, a tenor de la menguante presencia que tiene el jugador patrio en la ACB. En 2024-2025, tan solo había 77 jugadores nacionales en el campeonato, una media de cuatro españoles por equipo, lo que supone el mínimo que exige la propia liga.
Esta estadística también es el resultado de que la Liga Endesa se haya consolidado como el principal campeonato nacional, más allá de la NBA, y atraiga a más jugadores que el resto de ligas. Y ayuda a entender también por qué el gasto en salarios deportivos ya alcanza los 158,7 millones de euros por temporada -un 76% más que hace 10 años-, pero sobre todo por qué esta temporada se ha arrancado una inversión pública de 15 millones de euros para poner en marcha la Liga U y así fomentar el desarrollo del talento nacional.
La idea es que a medio plazo puedan elevar el nivel de unas plantillas en las que hasta tres de cada cuatro jugadores eran extranjeros el año pasado, un 75% del total. Se trata del porcentaje más alto, con diferencia, de los principales campeonatos nacionales. Le siguen, a una distancia considerable, el baloncesto italiano con un 59% y el baloncesto alemán con un 57,7% de jugadores extranjeros. Esto significa que España es el principal importador de talento del planeta con 931 jugadores -los hay de 50 nacionalidades distintas- y el país con mayor balance migratorio negativo del mundo, según los datos del último informe International Basketball Migration Report 2025, elaborado por la Fiba.
Los clubes españoles monopolizan el ranking de jugadores extranjeros. Kosner Baskonia es, junto a Dubai BC, el único club con un 100% de extranjeros en plantilla. Le siguen Ucam Murcia con un 94,4%, Rio Breogán con un 88,9% y Dreamland Gran Canaria con un 87,5%. Muestra de que la ACB se ha consolidado como la competición de preferencia para jugadores de los cinco continentes.
Por primera vez desde que hay registros, hay más jugadores estadounidenses (78) que españoles (77) en la ACB. Ello no significa que España no produzca talento: es el segundo país más exportador del mundo, sólo superado por Estados Unidos. Hasta 628 jugadores salieron del país la pasada temporada, pero sólo el 19,6% hace referencia a jugadores nacionales. Por ejemplo, de los 619 jugadores que exportó el baloncesto francés, el 48,9% eran franceses. El porcentaje de jugadores nacionales que van a otras ligas también es menor que en Alemania, Italia, Australia, Grecia, Argentina, Serbia, Canadá o Lituania, entre otros.
Eso sí, pese a ser el país con mayor porcentaje de jugadores extranjeros, es donde menos juegan. La media de tiempo disputado por jugadores de fuera de España fue de 16,5 minutos, frente a los 23 minutos en Israel o los 21,3 minutos que tienen de promedio en Turquía, por ejemplo. De hecho, en el podio de equipos del mundo que menos minutos dan a los jugadores extranjeros se encuentra el Barça, con 14 minutos por partido, mientras que el Real Madrid se sitúa quinto con 14,2 minutos de media. Solo le superan el Independiente y el Atenas, ambos argentinos, con menos de 10 minutos por encuentro.
¿De dónde vienen los jugadores que fichan los clubes de la ACB? Entre los principales flujos migratorios del baloncesto internacional, España está muy presente como receptora de talento. El tercer flujo más grande del mundo es el que lleva jugadores de Estados Unidos a España, con 127 traspasos el pasado curso. Tan sólo 19 jugadores de la ACB hicieron el camino inverso, y eso que hasta hace unos años España era el principal exportador de talento a la NBA. Asimismo, la mayor ruta entre países europeos es la que recorren los jugadores que van de Francia a España. Hasta 107 jugadores cruzan los Pirineos para venir a jugar a la Liga ACB. 76 vienen de Italia y 48 de Alemania, segunda y tercera rutas más concurridas del Viejo Continente.
El tercer flujo más grande del mundo es el que lleva jugadores de Estados Unidos a España, con 127 traspasos el pasado curso
La Liga U para frenar la fuga de talento joven
A la falta de desarrollo de talento en las etapas formativas, se le suma la captación cada vez más temprana de jugadores para la NCAA. La liga universitaria estadounidense se ha erigido como un competidor cada vez más potente para las canteras de los clubes españoles y europeos. La posibilidad de compaginar formación académica y deportiva y el reparto de ingresos de las universidades entre sus jugadores, que es oficial desde este pasado verano, son alicientes más que suficientes para que miles de jóvenes jugadores apuesten por cruzar el charco en una etapa clave para su desarrollo.
De hecho, en la última temporada antes de que se aplique el revenue sharing, la NCAA ya batió su récord de internacionales tanto en categoría masculina como femenina. En total, 888 jugadores y 951 jugadoras procedentes del resto del mundo coparon ambas ligas, unas cifras que se prevé que sigan creciendo ante los nuevos incentivos para los jugadores. De ellos, alrededor de una veintena eran españoles, una cifra que ya supera la treintena (33) en la temporada 2025-2026.
Además, cada vez más jugadores españoles sub-21 optan por hacer las maletas ante la falta de minutos y oportunidades en sus clubes. España es el segundo país con menos jugadores sub-21 nacionales, un 7,8% del total, tan solo por encima de Japón, y tan sólo cuentan con 4,5 minutos por partido.
Precisamente, para evitar el éxodo de talentos, proporcionar más oportunidades e impulsar las carreras de las jóvenes promesas en España, surgió esta temporada la Liga U. Se trata de una liga sub-22 impulsada por la ACB y la Federación Española de Baloncesto (FEB), y que nace con el respaldo del CSD. El Gobierno ha comprometido una inversión de 15 millones de euros para financiar sus primeras tres temporadas para que los jugadores puedan compaginar sus estudios universitarios o de formación profesional con una competición oficial y exigente.
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