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El partido de futbol femenino entre el Barcelona y el Real Madrid en el Camp Nou, más allá de batir el récord mundial de asistencia de espectadores de 1999 con sus más de 91.500 a un encuentro femenino, es un síntoma incuestionable de lo que el deporte “con mayúsculas” puede conseguir en simbología y apoyo social para bien reducir algunas brechas sociales o bien acelerar la transformación de determinados procesos culturales.

Históricamente una serie de mitos y prejuicios encorsetaban al necesario binomio mujer y deporte, formando un muro tan injusto como en ocasiones invisible que ha dificultado y en muchos casos sigue dificultando el acceso de niñas, adolescentes y mujeres a la practica o al entorno del deporte. La desigualdad en este ámbito, al igual que sucede en otros sectores, reside en que ellas primero tienen que derribar ese muro y luego acceder, mientras que para los hombres hace ya mucho tiempo que los muros en este ámbito desaparecieron o incluso se convirtieron en un espacio de promoción personal, social o profesional. Ni siquiera somos conscientes de dicho muro cuando hablamos de deportistas varones, barrera que se debe más que nada al estereotipo social y no a cuestiones físicas de las mujeres, estando las limitaciones en las mentes de las personas y no en el cuerpo de ellas. Por tanto, aunque hemos recorrido mucho trecho, seguimos muy lejos de la igualdad real de condiciones en el mundo del deporte, como lo estamos también en la música, el teatro o el cine. Con todos estos obstáculos no es de extrañar que las mujeres se abstengan de practicar deporte y decidan dedicarse a otra profesión, dando sentido a las estadísticas.

En nuestros días, la práctica deportiva ha sufrido un cambio en su proyección, cuando de forma mayoritaria ha estado asociada al hombre, en este ultimo tramo está aumentando en la población general, siendo las motivaciones principales la salud y mantenerse en forma. No obstante, no podemos dejar de celebrar lo conseguido, y cuestiones como la profesionalización de la liga femenina de fútbol o la respuesta progresiva de sus aficiones pueden ayudar a transformar ciertos hábitos encasillados que todavía existen cuando nos pronunciamos en términos tan coloquiales como: este deporte es más de chicos o es más de chicas.

Si realmente asumimos que la partica deportiva es un rasgo cultural de una sociedad madura y justa, que esta peleando por construir un modelo sostenible, debemos trabajar en todas las direcciones posibles para conseguir implantar el principio de que el deporte no es una cuestión de genero sino de personas.

En conclusión, es mucho lo que se está consiguiendo, pero no es menos cierto que no podemos flaquear, nos queda mucho trabajo por hacer. Tanto como el realizado por algunos iconos de la historia de su deporte: Carolina Marín, Arantxa Sánchez Vicario, Andrea Fuentes, Mireia Belmonte, Teresa Perales, Theresa Zabell, Ruth Beitia, Blanca Fernández Ochoa, Lydia Valentín, Maialen Chourraut, Conchita Martínez, Queralt Castellet, Edurne Pasaban, Sandra Sánchez, Joana Pastrana, Carmen Martín, Gisela Pulido, Eva Moral o las componentes de la selección de fútbol y balonmano femenino entre muchas otras.

Quiero finalizar como empecé. Es francamente gratificante, además de un síntoma de cierta solidez en este empeño, el ambiente que reinó en el partido de futbol femenino entre el Barcelona y el Real Madrid que, además de ilustrar este esfuerzo, apunta un potencial que hace muy pocas fechas muchos negaban.

Gracias por llegar!!

Alfonso Arroyo es adjunto a la presidencia de GO fit.

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