Hace tres semanas, Las Vegas Aces se coronaron campeonas de la WNBA en unos play-off que lograron el récord de asistencia y de audiencia desde que la liga se fundó en 1997. Cerca de 1,5 millones de espectadores siguieron de media las finales, mientras que 2,5 millones de aficionados acudieron a los 226 partidos que se disputaron a lo largo de la temporada. Y, sin embargo, la batalla del baloncesto femenino estadounidense ya no es fidelizar al fan o captar inversores en el contexto de crecimiento que vive. Hoy, es sacar la próxima temporada adelante ante la amenaza de un lockout - cierre patronal - por la falta de convenio colectivo.
¿Qué está pasando en la WNBA?
Las jugadoras no están satisfechas con el convenio actual, firmado en 2020 y roto hace un año pese a estar en vigor hasta 2027. Decidieron pedir un nuevo marco regulador que reflejara mejoras salariales y en sus condiciones laborales en este contexto de expansión, en el que ya se habla de pasar de 13 a 18 equipos en 2030 y con unas valoraciones que ya superan los 230 millones por franquicia.
Las jugadoras quieren que ese crecimiento económico en términos de facturación -que no de rentabilidad- se traslade a sus derechos. Por ello, durante el último año, la liga y el sindicato, la WNBPA, han negociado un nuevo marco laboral sin llegar a buen puerto en la fecha límite inicial, el 31 de octubre. Ahora, las partes se han dado de plazo treinta días más para alcanzar un acuerdo.
¿Y si no se alcanza un acuerdo?
En caso de no alcanzar un acuerdo se llegaría a lo que se denomina como cierre patronal, en el que se paraliza la liga y se prohíbe toda relación entre franquicias y jugadoras. El último lockout en la NBA sucedió en 2011 y en la MLB se produjo en 2022. El plazo máximo es el 30 de noviembre. Por otro lado, las jugadoras también podrían acudir a la huelga, lo que paralizaría la competición. Hay una tercera opción que pasa por disolver el sindicato y, a continuación, demandar a la liga por restricciones anticompetitivas, ya que sin un convenio en vigor, las normas de límite salarial y agencia libre podrían ser consideradas ilegales bajo la ley antimonopolio, explica Sportico.
¿Qué piden las jugadoras?
Exigen que, si la liga crece y factura más, ellas también perciban un salario mejor. Es decir, que su salario esté vinculado a los ingresos reales del negocio, como ocurre en la NBA, donde los jugadores reciben alrededor el 51% de los ingresos relacionados con el baloncesto (el denominado Basketball-related income (BRI).
¿Qué postura tienen las franquicias y la WNBA?
Las franquicias dicen mostrarse satisfechas con el convenio actual pese a haber reportado unas pérdidas de 40 millones de dólares (34,5 millones de euros) en 2024. Manteniendo el sistema actual, el tope salarial aumenta un porcentaje fijo cada año (alrededor del 3%), sin importar cuánto crezcan los ingresos. En 2025, el tope salarial total es de 1,5 millones de dólares por equipo, con un mínimo individual de 66.000 dólares (56.927 euros) y un máximo de 249.000 dólares (214.772 euros). Aunque existe una cláusula de reparto de ingresos en el convenio actual, nunca se ha activado porque los ingresos de la liga no han alcanzado los objetivos exigidos.
¿Está creciendo la WNBA?
Sí. Ha firmado un nuevo contrato audiovisual valorado en 2.200 millones de dólares (1.897 millones de euros). Además, el apetito inversor y el interés por contar con una franquicia de expansión en la WNBA es una realidad. Ello ha hecho que se haya más que doblado el valor de las franquicias.
Los trece equipos de la liga estadounidense de baloncesto femenino han alcanzado un valor de mercado agregado de casi 3.500 millones de dólares (3.018 millones de euros), según Sportico. La media se sitúa ya en 268,6 millones de dólares (231 millones de euros), con las Golden State Valkyries en cabeza con un valor de 500 millones de dólares (431 millones de euros) en su temporada debut.
La comisionada de la WNBA, Cathy Engelbert, defiende que hay que equilibrar los aumentos salariales con la viabilidad a largo plazo de la competición, que quiere ampliarse a 18 equipos antes de 2030 y que necesita nuevos inversores que vean la posibilidad de invertir como una opción rentable.
Algunas jugadoras han criticado a la comisionada. Sin ir más lejos, Napheesa Collier, vicepresidenta del sindicato y jugadora de Minnesota Lynx, ha afirmado que “la WNBA tiene el peor liderazgo del mundo” y que Engelbert “no ha sabido conectar con las jugadoras” y que “no sabe tender puentes”.
Collier es una de las fundadoras de la liga 3X3 Unrivaled, una competición que ofrece buenas condiciones salariales a las jugadoras e incluso equity en los equipos. Su irrupción, y los buenos resultados obtenidos en cuanto a interés del público y los espónsors, coincide en el tiempo con la ruptura del convenio colectivo de la WNBA.
¿Por qué la temporada 2026 es especialmente importante para el futuro convenio?
Porque la liga se está expandiendo y en 2026 se incorporan dos nuevas franquicias: Toronto y Portland, que exigirá un nuevo convenio para definir las reglas del draft. Sin esas reglas, las nuevas franquicias no pueden planificar sus plantillas.
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