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Terrassa (CAR Sant Cugat): “Debemos ser un puente hacia París’24 para países de otros continentes”

El director del Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat (Barcelona) asegura que la facturación de la instalación, que en 2020 debía ser de 3,1 millones de euros, se reducirá a la mitad por la pandemia.

Ramon Terrasa

El CAR de Sant Cugat es una de las cunas del deporte de élite en España, pero su actividad se frenó en seco en marzo por la pandemia, una circunstancia que no sólo dejó en stand-by los entrenamientos, sino también el plan de inversiones en el que se está trabajando para relanzar el complejo. Al frente está Ramón Terrassa, que admite que “es tan complicado gestionar día a día y que la actividad continúe, como que la actividad económica sea la correcta y que se adapte a la situación”. Bajo su gestión hay un complejo que en 2020 contaba con un presupuesto de 15,5 millones de euros, de los que 3,1 millones corresponden a facturación propia y el resto a aportaciones de la Administración, como la Generalitat de Catalunya y el Gobierno central.

En un año tan atípico como el actual, ¿en qué se ha centrado la actividad del CAR de Sant Cugat?

Desde febrero estamos centrados en la prestación de servicios a los deportistas internos, garantizando que somos un espacio seguro para toda la comunidad CAR, desde deportistas, entrenadores, trabajadores y empresas que prestan servicios aquí dentro a todos los niveles. Lo que sí hacemos es estar en contacto con otros centros de alto rendimiento internacional, y es muy interesante saber cómo lo están gestionando y el intercambio de protocolos y documentos. En el CAR de Sant Cugat estamos promoviendo y liderando a la hora de buscar estrategias comunes.

¿En qué se ha traducido el cambio de actividad?

Estamos protocolizando unas relaciones humanas y profesionales con base a parámetros sanitarios que hacen que sea todo muy distinto. Además, debemos hacerlo de una manera dinámica, constantemente estamos ajustando, abriendo y cerrando medidas para tal de adaptarnos a la situación.

Se ha intentado hacer del CAR una burbuja…

Sí, pero al final se correlaciona mucho lo que ocurre en la sociedad con lo que pasa dentro del CAR. Cuando la curva de contagios sube fuera, aquí también. Estamos en una burbuja y estamos mejor que fuera, pero si la curva crece en el exterior, también lo hace aquí dentro. Cuando retomamos la actividad hace meses, hicimos 300 pruebas y sólo una persona resultó asintomática.

¿Cuáles son los mayores retos en la gestión de la instalación en estas circunstancias?

Es tan complicado gestionar día a día y que la actividad continúe, como que la actividad económica sea la correcta y que se adapte a la situación. La gestión del día a día está muy ligada a la económica. Puntualmente hacemos actividades deportivas de equipos de fuera, pero cuando las cosas van mal, no pueden entrar. Cuando la situación es más fácil, sí que hacemos rodajes de anuncios o entrevistas a los deportistas.

El CAR preveía facturar 3,1 millones de euros al margen del apoyo público, pero con el cierre de fronteras se ha frenado la llegada de atletas internacionales, que es una línea de negocio relevante…

La llegada de deportistas internacionales de élite se ha reducido al 100% desde febrero. El principal cambio que ha traído la pandemia en términos de negocio es un cambio en la actividad que generamos. En el mejor de los casos, este año facturaremos la mitad de lo previsto, pues en el final de 2020 están mejorando algunas líneas. En cualquier caso, debemos gestionar el centro sabiendo que estos ingresos no estarán, y gastando más en equipos de protección individual, aunque menos en aprovisionamiento, determinados suministros y consumos.

¿Qué está haciendo el centro para mitigar el impacto de la Covid-19?

Gastar menos en algunas partidas y dejar de hacer inversiones, pues son gastos que se pueden posponer sin que ello afecte al servicio que reciben los deportistas. Antes de la crisis acometimos alguna inversión planificada e importante, como la renovación del pabellón de gimnasia rítmica y la renovación de maquinaria, con una inversión de entre 50.000 euros y 100.000 euros. Lo acometimos entre enero y febrero, pero luego la actividad se paralizó y supimos que las inversiones que queríamos hacer ya no eran factibles.

¿Cómo imagina al CAR cuando todo pase?

Imagino retomando la actividad internacional aquí, volviendo a recibir grupos que vienen a compartir sus entrenamientos. La llegada de deportistas de élite ayuda a los de aquí a mejorar.  Y me imagino al centro en clave París 2024. La apuesta del CAR debe ser convertirse en la base de operaciones, entrenamientos y concentraciones de los equipos y delegaciones de países no europeos que se preparen para los Juegos Olímpicos. Es una cita que está apocas horas de aquí, que es accesible, y debemos ser un puente hacia París para deportes y países que sean de otros continentes, y que quieran prepararse en una situación de entorno similar a la que habrá en los Juegos. Es un ciclo que durará tres años, pero queremos que sean tres años en los que el CAR tenga un papel estratégico muy importante. Vamos a intentar acercarnos a las delegaciones olímpicas de Australia, Asia y América. Debemos saber jugar las cargas para hacernos un hueco en esta carrera.

¿Puede el centro de alto rendimiento jugar un papel clave como motor de recuperación post-Covid?

Debemos tener un punto de humildad porque nadie tiene soluciones mágicas, pero es importante sumar y no dificultar y dividir. La principal aportación que puede hacer el sector deportivo es mejorar la salud de la gente. ¿Qué podemos hacer desde el CAR? Estamos convencidos de que el alto rendimiento es fundamental para que haya deporte de base. Sin clubes no hay base y sin base no hay clubes. Y, a su vez, sin referentes la gente no hace deporte, lo cual me lleva al principio: sin salud y deporte, la sociedad no prospera. El deporte y el CAR deben ser parte de ese engranaje. Además, ayuda económicamente a toda la cadena de valor. Debe haber un sector deportivo potente para tener una sociedad sana, en la que haya justicia y riqueza para distribuir.

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