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El Joventut se topa con el bloqueo legal de un club local para vender unos terrenos y liquidar deuda

El club de la ACB maneja desde hace meses tres ofertas sobre una parcela con unas plusvalías latentes de 1,5 millones de euros. Los socios del Club Esportiu Mas Ram denuncian que se los quiere expulsar pese a los acuerdos firmados en 2015.

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P. López

El Joventut de Badalona no sólo debe lidiar con la planificación de la nueva temporada. El club trabaja desde hace meses en la venta de unos terrenos que posee desde hace tiempo en la ciudad, pero se ha topado con la oposición de los socios del Club Deportivo Mas Ram, que han ocupado la parcela durante más de cincuenta años y ahora se ve amenazado con el desahucio. “Están incumpliendo todos los acuerdos firmados”, señala su presidente, José Valls, a 2Playbook.

El conjunto de la ACB lleva analizando las distintas ofertas para sellar una operación que le permitiría generar ingresos extraordinarios y liquidar la deuda con Hacienda, como ya adelantó este medio. La entidad verdinegra aseguraba contar tres propuestas en marzo, cuando confiaba cerrar la venta a lo largo de 2021.

El club encargó una tasación en marzo de 2017 para calcular el valor de ese activo con la intención de venderlo, y el estudio concluyó que disponía de unas plusvalías latentes de 1,5 millones de euros. El valor en libros del activo ronda los 725.000 euros. “Nos quieren cerrar el club para construir un geriátrico de lujo”, critica Valls, quien advierte que esa operación requeriría de un cambio de usos de los terrenos, actualmente restringido al deportivo.

La operación se remonta a 2004, cuando la Penya cubrió una ampliación de capital de 600.000 euros con la que se convirtió en el socio mayoritario de la mercantil propietaria de los terrenos de 15.000 metros cuadrados y que tenía encargada la gestión al club que ahora prepara batalla legal para evitar su cierre. Lejos queda el proyecto de que el Mas Ram se convirtiera en el club social para los miembros del equipo de baloncesto.

Con aquella inversión se remodeló una instalación que tiene cinco pistas de pádel, seis más de tenis, una piscina de 25 metros de longitud y gimnasio, entre otros servicios, que utilizan 400 socios. A partir de ahí se firmó un contrato de gestión que Valls ahora califica de “precario” y que se ha mantenido inalterable en los últimos años.

El presidente del club asegura que “el contrato precario que se puede vender el terreno, pero sólo si lo vende a una empresa deportiva. Eso está escrito y firmado”. Y así lo recogen en un burofax remitido el pasado 13 de julio a Luca Tassan, director general de Scranton, el vehículo inversor vinculado a la familia Grifols que desde hace tres años es el máximo accionista del Joventut.

No obstante, desde el club presidido por Juanan Morales dan poca validez a lo acordado por la anterior junta directiva. En Mas Ram, por su parte, aseguran que aceptarían que la venta del complejo se realizara a una gestora de instalaciones deportivas.

Los socios del club deportivo aseguran que impugnarán cualquier modificación del uso de este suelo, una maniobra que están convencidos de que podría paralizar durante varios años la venta de los terrenos. La única alternativa para evitar esta situación sería reubicar el complejo deportivo en otra zona de la ciudad, una opción que tampoco se antoja sencilla por el coste económico que tendría para el Joventut, quitando todo atractivo a la venta de los terrenos. Ellos, como alternativa, proponen devolver los 600.000 euros que la Penya aportó en su día y recuperar la propiedad, pues aseguran que ellos ya han sido los que han aportado los 400.000 euros necesarios para acometer distintas inversiones en los últimos años.

Esa propuesta se antoja de difícil aceptación, especialmente después de que el equipo de baloncesto inyectara 220.000 euros a la mercantil que controla Mas Ram mediante una operación acordeón en la que previamente se redujo capital en 661.113 euros para evitar su disolución por las pérdidas acumuladas en ejercicios anteriores.

El club cerró la pasada temporada con unas pérdidas de 822.000 euros que empeoraron las previsiones de números rojos que había marcado meses atrás, cuando preveía perder 790.000 euros. El motivo, más allá de la pandemia, fue la decisión del club de no malvender el naming del equipo y del pabellón, dos activos que la entidad está intentando comercializar.

La entidad verdinegra facturó 3,95 millones de euros en 2019-2020, un 5,2% menos que en el año anterior, cuando registró un beneficio de 3,1 millones de eurosLa Penya, que no ha hecho público aún el presupuesto de 2020-2021, también protegió su posición de caja gracias a su máximo accionista.

Scranton Enterprises concedió dos préstamos al club que serán devueltos con la venta de activos y en cuanto el club consiga la licencia para organizar eventos no deportivos en el Pabellón Olímpic de Badalona, en el que se ha invertido en torno a un millón de euros para mejorarlo.

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