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El agujero del ‘football’: el sueño de la Premier cuesta 1.000 millones a los clubes de Segunda

La mitad de los clubes de la Championship asumen un gasto salarial mayor que los ingresos, con un plan de negocio a corto plazo que tiene un único objetivo: ascender a la liga más rica del mundo.

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Jabier Izquierdo / Marc Menchén

Pagar más de lo que realmente genera un club en busca de la gloria no es nada nuevo. En la década de 1880, los empresarios del algodón no dudaron en poner un salario a los mejores futbolistas que surgían en Reino Unido para destronar a los elitistas clubes de Londres. El poderío industrial contra el aristocrático en busca de un trofeo, una pugna que hoy en Reino Unido sigue vigente entre quienes buscan retener su plaza en la Premier League y quienes buscan hacerse con una. Entonces Fergus Suter era el delantero de moda que marcaba diferencias, algo que hoy define una ayuda al descenso que desequilibra la balanza competitiva en una Championship al borde de la quiebra por un mismo sueño: entrar en la liga que más factura del mundo.

Los problemas de la Segunda División inglesa han saltado a la primera línea del país con Big Picture, el proyecto de Manchester United y Liverpool FC para reordenar la pirámide competitiva del fútbol británico. El plan cuenta con el respaldo de Rick Parry, un ejecutivo que en 1992 ya puso patas arriba el sistema dando con el resquicio legal que permitiría a un conjunto de clubes abandonar la English Football League (EFL) para tomar el control de la máxima competición de football. Héroe entonces, villano con el tiempo, y hoy nuevamente aspirante a reparar las disfunciones de aquel modelo.

Para quienes militan en la competición es todo un lujo si se administra bien el dinero. Casi treinta años de gestión centralizada de los derechos comerciales y de televisión la han convertido en la liga de fútbol que más factura por televisión de todo el mundo. Actualmente, y pese a un cierto freno en el mercado doméstico, tiene acuerdos de televisión firmados por valor de 9.200 millones de libras (10.054 millones de euros) para el ciclo 2019-2022, con una mejora interanual del 8%. Es decir, que cada equipo recibe un mínimo de 97 millones de libras (107 millones de euros) y la media asciende a 141 millones de libras (156 millones), al nivel de lo que reciben Barça o Real Madrid en LaLiga Santander.

Buena parte del crecimiento ha llegado precisamente por esa mayor visibilidad internacional, pero eso también han planteado un dilema: el denominado Big Six considera que es injusto seguir repartiendo a partes iguales el dinero que llega de fuera de Reino Unido. En su momento se decidió distribuirlo de forma equitativa porque apenas suponía 60 millones de libras, pero hoy ya son 1.400 millones de libras al año de los que Manchester United, Liverpool FC, Arsenal FC, Chelsea FC, Manchester City y Tottenham Hotspur quieren más. Y los dos primeros son los que más fuerte aprietan en pro de un cambio de modelo que, obviamente, también les beneficie.

Estos seis clubes obtuvieron una facturación total que, trasladada a euros, ascendió a 3.157,1 millones de libras (3.496 millones de euros) en 2018-2019, un importe que únicamente equivaldría al 62,5% de todos los ingresos de la Premier ese ejercicio si se cumplieron los pronósticos de Deloitte, que estimaba una cifra de negocio total de 5.050 millones de libras (5.593 millones de euros). Se trata de un descenso de cinco puntos porcentuales en sólo un año, evidenciando el reequilibrio en la correlación de fuerzas que están permitiendo los derechos internacionales.

De hecho, ese es el gran mal que denuncia la EFL, que ha visto como el crecimiento audiovisual ha complicado aún más el acceso a la élite de nuevos clubes. Según sus cálculos, la liga que más factura del mundo sólo repartió 146 millones de libras (161,7 millones de euros) en 2018-2019 con los clubes que compiten para algún día ascender, mientras que los 14 equipos con peor coeficiente de la Premier se repartieron 1.580 millones de libras (1.750 millones de euros).

Y ahí radica el problema, la ausencia de medidas de control económico que impidan generar pérdidas han convertido la Championship en una especie de casino, en la que fondos de inversión, multimillonarios y agencias apuestan dinero durante dos, tres o cinco años en busca del ascenso que justifique la revalorización para hacer caja. ¿El problema? Que se cansen, dejen morir el proyecto y aboquen a clubes históricos a la casi desaparición, como ha sucedido con varias entidades en la última década.

A pesar de obtener unos ingresos récord de 785 millones de libras (870 millones de euros) en la 2018-2019, lo que supuso un 5% más de facturación respecto a la temporada anterior, el gasto salarial en la Championship creció al mismo ritmo y ya se situó en 837 millones de libras (927 millones de euros). Una cifra cerca de convertirse en milmillonaria y a la que se suma un ratio entre ingresos y gastos del 107%. Es decir, que por cada cien euros facturados se destinaron 107 euros al pago de sueldos.

La situación, insostenible desde hace años, se ha visto agravada por el impacto del Covid-19, que ha llevado a Parry a plantear un movimiento que, de triunfar, supondría el segundo gran cambio del sistema promovido por él. En este caso, ante “la necesidad de un replanteamiento completo sobre la financiación del fútbol profesional inglés” debido al notable incremento de las pérdidas reconocidas por los clubes en la última década. En comparación con la 2011-2012, las pérdidas conjuntas de los clubes de la Championship aumentaron un 169% en la 2018-2019; y un 70% en las últimas cuatro temporadas, según datos de Deloitte. En total, los números rojos acumulados en sólo cinco años superan los 1.000 millones de libras (1.108 millones de euros).

Buena parte de la culpa de este incremento de las pérdidas se entiende con las diferencias de ingresos que supone competir en Primera o Segunda en Inglaterra. Y en ese sueño por alcanzar El Dorado de la Premier, algunos equipos de Championship sufren una gran brecha que intentan minimizar a base de endeudarse. La distancia se marca en paracaídas, parachut en inglés, que no es sino el fondo con el que la Premier apoya a los clubes que descienden de la máxima categoría en los siguientes años. Una ayuda que en 2018-2019 supuso el 30% de los ingresos totales de la Championship, con 246 millones de libras (272 millones de euros).

“Las regulaciones efectivas de control de costes en las dos principales divisiones del fútbol inglés requerirán en el futuro un enfoque holístico para implementar reglas sólidamente definidas y un marco regulatorio general para facilitar, monitorizar y hacer cumplir las normas por parte de los clubes”, sostiene Deloitte, en una dura crítica al escaso éxito que han tenido las reglas de fair play financiero que la EFL puso en 2016-2017 para evitar quiebras como las del Bolton Wanderers, el Wigan o en su día el Portsmouth.

Los clubes de la Championship destinan 107 euros a salarios por cada 100 euros de ingresos, provocando el fuerte desequilibrio

Con ejemplos se entiende mejor. En la 2018-2019, el recién descendido West Bromwich Albion presentó unos ingresos de 71 millones de libras (78,6 millones de euros), de los cuales el 62% (48 millones de euros) provenían de este fondo salvavidas de la Premier. El equipo del corazón de Inglaterra facturó 20 millones de euros más que la media de los clubes que disfrutaron de los pagos de la Premier, fijada en 57 millones de libras (63 millones de euros) en la 2018-2019.

Aquí reside, quizá, la clave principal por la que Parry aseguraba recientemente que “la brecha entre la Premier y la EFL se ha convertido en un abismo infranqueable para algunos clubes”. Y es que los clubes que no son beneficiarios de estas ayudas que proporciona este fondo registran menos de la mitad de ingresos medios que sus oponentes de la misma categoría: 23 millones de libras (25,5 millones de euros).

Para estos últimos es clave maximizar sus ingresos por matchday y por patrocinadores en su afán de reducir la brecha financiera. Un ejemplo de buena gobernanza en este aspecto es el Leeds United de Marcelo Bielsa, recién ascendido a la Premier. En la 2018-2019, temporada en la que se quedó a las puertas del éxito, logró generar 21 millones de libras (23,2 millones de euros) por patrocinadores y 18 millones (20 millones) por matchday, que representaron, en conjunto, un 80% de su partida total de ingresos, permitiéndole generar mayores ingresos incluso que algunos clubes que recibieron las ayudas del descenso.

 

El gasto extra y la ‘lotería’ del ascenso

Sin embargo, el Leeds es una excepción en la regla. La sostenibilidad de los clubes está en claro peligro con el aumento sin freno de sus pérdidas. Sólo en la 2018-2019, los clubes incurrieron en pérdidas operativas de 382 millones de libras (423 millones de euros), según los datos hechos públicos por la EFL.

Algo fácil de ver si se atiende a los gastos en salarios que aprobaron la mayoría de ellos con el fin de obtener una plantilla competitiva con la que ascender a la Premier. De media, los equipos de la Championship gastaron 35 millones de libras (39 millones de euros), pero es que la temporada anterior invirtieron 33 millones (36,5 millones de euros). “Esta es una cifra insostenible en cualquier análisis, pero no es nueva”, apuntaba Parry. No le falta razón: en la relación de ingresos y gastos salariales, el ratio se situó en el 99% desde la 2014-2015 hasta la 2018-2019.

Otro ejemplo claro es el del Aston Villa y el Rotherham United de hace dos campañas. El primero, que aún recibía dinero de la Premier en su tercer año en la Championship, gastó en sueldos 95 millones de libras (105 millones de euros), doce veces más que su rival de liga, que llegaba a la Championship desde la League One, con un presupuesto para salarios de 7,8 millones de libras (8,6 millones de euros). Los villanos subieron, mientras que los segundos descendieron.

La realidad es que la mitad de los clubes de la Championship tienen como objetivo único y prioritario el ascenso a la Premier, y de ahí que realizaran gasto salarial mayor que los ingresos totales. Pero ninguno tenía tanta fe como el Reading, que gastó más del doble en salarios de lo que el club percibió en ingresos. Clasificó vigésimo y se quedó a siete puntos del descenso.

 

Una deuda conjunta de 1.200 millones

Por todo ello, en el verano de 2019, los clubes de la Championship atesoraban, en conjunto, una deuda neta de 1.100 millones de libras (1.218 millones de euros), lo que suponía un incremento de hasta el 14% respecto al año anterior.

Buena parte de esa deuda la impulsan dos equipos, el Blackburn Rovers y el Stoke City, que registraban una deuda de 248 millones de libras (275 millones de euros) entre los dos. En la mayoría de los clubes, cabe destacar la dependencia que tienen con sus propietarios, que firman préstamos sin intereses para intentar mantener una mínima solvencia financiera del club.

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