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Menos es más: el ciclismo femenino triplica el coste para competir y fuerza una criba de equipos

Las nuevas exigencias para los equipos que compiten en la categoría Continental, segunda división femenina, han generado un proceso de selección en el pelotón de equipos españoles. Los presupuestos han ascendido de los 150.000 euros a los 500.000 euros.

Vuelta a españa femenina 2023

Con el cambio de año llega un paso crucial en el proceso de profesionalización del ciclismo femenino. La temporada 2024 marca la entrada en vigor de los nuevos criterios para acceder a la categoría Continental -el equivalente a segunda división-, que fueron aprobados por consenso entre organizadores, ciclistas y equipos en el Consejo de Ciclismo Profesional de la Real Federación Española de Ciclismo (Rfec). Las nuevas exigencias han llevado a los equipos a triplicar su presupuesto para lograr pasar el corte, y hasta seis estructuras no han podido seguir el ritmo. Tras un año de moratoria, forzada por la presión de las escuadras, el ciclismo femenino español da así un paso trascendental, pero no definitivo, para encarar la transformación de la disciplina. 

Menos es más. El alza en las exigencias para dar el salto al profesionalismo ha seleccionado tanto el pelotón nacional como internacional y 2024 presenta un panorama con menos equipos y corredoras en la élite. Sin embargo, el entorno competitivo se ha reducido precisamente para que las ciclistas y equipos que participan en las principales competiciones del World Tour femenino lo hagan en las mejores condiciones, que las estructuras puedan desarrollarse profesionalmente y, en definitiva, se eleve el nivel deportivo. 

Se trata del paso previo a que la Unión Ciclista Internacional (UCI) cree una nueva categoría ProTour, que ejercerá como segunda categoría a nivel global y que relegará al tercer peldaño a los equipos Continental, estructurando el circuito femenino a imagen y semejanza del masculino. Si bien las previsiones para la puesta en marcha de esta categoría apuntaban a 2026, la UCI decidió adelantar el proceso un año, por lo que el debut se producirá ya en 2025. ¿El reto? Lograr que los equipos incrementen sus recursos, que aumente el nivel de las ciclistas de élite y se profesionalice su entorno laboral. Por ello, mantenerse en la actual segunda división será crucial para opositar a una plaza el próximo año. 

“En 2025, cuando se ponga en marcha el nuevo ProTour femenino, los equipos que quieran ser profesionales van a tener que ser supervisados directamente por la UCI, no por su federación nacional como sucede con los equipos Continental. De este modo, hemos querido atajar para que no les pille por sorpresa este salto”, esgrime José Luis Cerrón, presidente de la Rfec, en conversación con 2Playbook. 

En este contexto se enmarcan unos criterios que buscan acelerar el proceso de profesionalización, y que han llevado a todos aquellos equipos que querían mantener la plaza a triplicar su presupuesto. El coste de competir para la mayoría de equipos españoles ha pasado de 150.000 euros de media en 2023 a 5000.000 euros en 2024. Entre los requisitos está exigir el alta laboral de todas las ciclistas mediante contratos a tiempo parcial o completo, establecer un salario mínimo, y dar de alta a las ciclistas en la Seguridad Social. A ello se le suma una mejora de las condiciones de preparación de los equipos, tanto en el plano logístico como en el médico. 

Cerrón explica que, con estos cambios, “lo que se busca es que, por un lado, los equipos españoles tengan un mínimo de garantías y, por el otro, el ciclismo femenino siga creciendo, que sea profesional”. Pese al año de prórroga, para las estructuras ciclistas, la búsqueda de capital con el que poder sufragar la profesionalización de su estructura ha sido toda una contrarreloj. 

“El primer gran desafío ha sido el tema de la Seguridad Social. Nosotros siempre hemos pagado a las corredoras, pero ahora hemos doblado la cantidad invertida en sueldos. A ello hay que sumarle los visados para las ciclistas extracomunitarias”, explica Eneritz Iturriaga, presidenta del Eneicat RBH Global, uno de los tres equipos españoles que seguirá compitiendo en Continental. 

De hecho, el equipo leonés ha aumentado un 67% su presupuesto para seguir compitiendo en el segundo escalón del ciclismo femenino mundial, pasando de una estructura de 300.000 euros en 2023 al medio millón de euros en la actualidad. La mayoría de la inversión la han asumido sus patrocinadores principales. 

 

Desapariciones, ascensos frustrados y una mayor selección 

Sin embargo, no todas las estructuras ciclistas han sido capaces de pasar el corte y algunas ni siquiera han podido garantizar su continuidad como amateurs. A la desaparición del Zaaf Team, tan sólo tres meses después de su fundación por impagos a sus ciclistas, se le sumó a final de temporada la de un histórico en la categoría como es el Bizkaia-Durango, que no fue  capaz de adaptarse a las exigencias económicas mínimas. 

Otros equipos como el Sopela Womens’ Team, el Team Farto, el Río Miera Cantabria Deporte o el Massi-Tactic tampoco seguirán en Continental, pero mantendrán su estructura para seguir participando como equipo amateur, lo que les permitirá seguir disputando parte del calendario UCI en España.  

Es decir, los equipos que no han logrado incrementar sus ingresos con nuevos socios comerciales o un incremento considerable del apoyo público tratarán de mantener el mismo calendario que hacían hasta ahora. Ahora bien, sin licencia Continental, se desvanecen las posibilidades de recibir una wild card para La Vuelta, La Vuelta a Burgos o la Itzulia, las tres pruebas españolas del Women’s World Tour. 

“Existe una descompensación muy grande entre los equipos World Tour y los equipos de categoría Continental. Hay mucha desigualdad”

Sergi Güell, director del Massi-Tactic, reconoce que “llevamos cinco años buscando apoyo privado, dos de los cuales, de forma muy intensa, pero no ha sido suficiente”. Además, la probable ausencia de los equipos amateurs en la próxima edición de La Vuelta reduce aún más una de sus principales vías de financiación: el patrocinio público. Al no ser capaces de garantizar su presencia en las grandes pruebas del calendario nacional, las aportaciones de las administraciones caen de forma importante. Sin ir más lejos, el equipo catalán ha visto reducido su presupuesto desde alrededor de 280.000 euros en 2023, a menos de 100.000 euros para esta temporada. 

En suma, la mayor exigencia presupuestaria ha provocado un proceso de selección por el que la presencia de equipos españoles en la segunda categoría del ciclismo femenino internacional ha caído sobremanera. En total, se ha pasado de nueve a tres equipos, contando con el Soltec Team, que pese a tener estructura española pasará a competir bajo la Federación de Panamá. El resto son el Eneicat RBH-Global y el Laboral-Kutxa. De hecho, el equipo vasco aspiraba a incorporarse a la primera división, pero su solicitud fue denegada por la UCI, por lo que el Movistar Team seguirá siendo el único español entre los quince mejores equipos del mundo. 

“Existe una descompensación muy grande entre los equipos World Tour y los equipos de categoría Continental. Hay mucha desigualdad”, arguye el presidente del ente federativo. Por ello, y con el ProTour en el horizonte, este proceso de profesionalización se ha reproducido a nivel global, de tal manera que el número de equipos que compiten en Continental ha pasado de 60 en la pasada temporada a los 42 que competirán en 2024. Un filtro que abona el camino para seleccionar aún más el pelotón el próximo año en el que las estructuras más profesionales serán las que se consoliden como equipos ProTeam.

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