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El fitness ‘made in China’ gana la batalla logística y copa el 40% de las importaciones en la UE

La compra de máquinas para el entrenamiento y otros artículos de fitness cayó un 4,92% interanual entre enero y noviembre, hasta 2.637 millones de euros, pero el fitness fabricado en China ganó peso con la pandemia.

ciclismo fábrica

P. López / Á. Carretero

Una de las consecuencias derivadas de la pandemia han sido las roturas de stock constantes en categorías como el fitness o el ciclismo. Los principales proveedores tienen listas de pedidos cada vez más largas, lo que demora las entregas que no habían sido planificadas con anterioridad y obliga a los fabricantes a encontrar soluciones alternativas para poder cubrir la demanda de sus clientes. El caso del fitness es especialmente llamativo, pues aunque las importaciones con destino Unión Europea (UE) han caído un 4,92% interanual, la compra de material para el entrenamiento procedente de China ha aumentado un 28,7%.

“Nosotros hemos tenido problemas para poder cubrir todos los pedidos, y hay marcas que la fecha de entrega ya la ponen en septiembre de 2021”, admiten desde uno de los principales distribuidores del país. El mayor problema no ha venido por el B2B, sino por el B2C, la venta al consumidor final, un segmento que ha experimentado un fuerte boom a través del home fitness y para el que la industria no estaba preparada.

Actualmente el gigante asiático representa el 41% de las importaciones de fitness en la UE, que entre enero y noviembre de 2020 se situaron en 2.637 millones de euros, según los últimos datos publicados por Eurostat. Es un avance de diez puntos más con respecto al mismo período del año anterior, cuando la compra de artículos de fitness a China equivalía al 30,7% del total. 

La empresa centenaria BH Fitness fabrica parte de su equipamiento en País Vasco, pero desde hace veinte años también lo hace en China y Taiwán. “Las máquinas de cardio y en especial las de cycling han experimentado un boom, pero también el equipamiento de menor tamaño, como las mancuernas”, explica a 2Playbook Ignacio Pérez, responsable de exportaciones de BH Fitness.

 

 
La compañía también ha sufrido retrasos en las entregas, pero lo consiguieron paliar gracias a que ya contaban con producto disponible en sus almacenes españoles. “Reforzamos nuestro proceso productivo en noviembre, contábamos con stock y aunque ha habido demoras puntuales de algunas semanas, pudimos ofrecer alternativas al cliente final; no hemos estado parados”, afirma.

Lo que sí se ha escapado del control de la compañía ha sido la cuestión logística, que ha sido el cuello de botella que ha impedido que llegara todo el equipamiento encargado. “El problema del transporte marítimo es que salían menos barcos con menos contenedores, y el precio de cada uno se ha triplicado”, lamenta.

Se juntó el nuevo Año Chino, con la pandemia y la elevada demanda de equipamiento para el hogar, provocando la tormenta perfecta que explica el incremento del precio y la falta de producto. “Los puertos estaban saturados, los contenedores llenos y los precios se dispararon de una forma completamente abusiva; espero que las autoridades portuarias lo regulen y se estabilice pronto”, afirma, al reconocer que la subida de precio del equipamiento ha repercutido en BH Fitness, sus distribuidores y el usuario final. 

El consejero delegado del distribuidor español Fitness Deluxe, Tomás Cano, reconoce que la Covid-19 ha supuesto un punto de inflexión para el mercado del home fitness. Por un lado, la buena noticia es que la compañía ha elevado sus ventas un 60% en 2020. Por otro lado, no siempre han podido hacer frente a la fuerte demanda y a la escasa oferta que llegaba de Asia.

El problema es que no hay materia prima suficiente para producir al nivel de la demanda; el producto que tiene mucha rotación porque se desgasta ha subido bastante de precio, y si quieres que te llegue más rápido tienes que pagar más”, explica el directivo. A la falta de oferta por la falta de materia prima del acero y el hierro se han sumado los gastos de envío. “Fletan menos barcos que antes desde China, y por lo tanto llega menos material”, reconoce.

Ni siquiera el resto de fábricas ubicadas en Taiwán u otros países del Sudeste Asiático han podido compensar estos déficits. Si bien la importación procedente de estos territorios ha crecido entre un 2% y un 3% interanual, el volumen de negocio total apenas alcanzó 140 millones de euros entre enero y noviembre de 2020, una mínima parte en comparación a China.

Taiwán ya ha superado a Estados Unidos como el segundo proveedor de fitness a la UE

Una de las empresas que ha logrado sortear en parte las dificultades ha sido Technogym, pues produce en Europa. La empresa, que ha lanzado una ofensiva directa al consumidor para doblar sus ventas de equipamiento al cliente final en los próximos tres años, reconoce que uno de los efectos de la Covid-19 ha sido la ruptura de stock de algunos de sus productos.

“La producción en Italia se detuvo durante varias semanas, y algunos de nuestros productos se agotaron, aunque los centros logísticos siguieron operando con algunas limitaciones”, reconoce la compañía en su informe del primer semestre. “Ahora se han procesado todos los retrasos y la fábrica está en línea con el plan de entrega de equipamiento”, apuntó a mediados de octubre.

La catalana Volava se ha hecho fuerte en el segmento del home fitness con la venta de equipamiento conectado para el hogar, desde donde los usuarios pueden acceder a clases dirigidas en directivo y bajo demanda. Su fundador y director general, Joel Balagué, afirmó el pasado octubre a 2Playbook que la compañía estaba trabajando en una nueva ronda de financiación que le aportara los recursos necesarios para crecer sin sufrir por la falta de suministro ante el boom del entrenamiento en casa que supuso el confinamiento.

Más problemas ha tenido Peloton, que no ha podido satisfacer una demanda disparada que le ha permitido acariciar la rentabilidad. Se han dado casos de clientes que han empezado a pagar por bicicletas que aún no han recibido, pedidos realizados en octubre que aún no han sido entregados, o que se han reprogramado sin previo aviso.

Lo admite la compañía en una carta dirigida a sus accionistas, al reconocer que Peloton entró en el último trimestre de su ejercicio fiscal (entre abril y junio) con retrasos en la entrega de bicicletas “en todos los mercados” a medida que “las ventas siguen superando nuestras expectativas en las primeras semanas de abril debido a la Covid-19”.

La compañía fue clara: “Por desgracia, el inesperado pico de ventas ha creado un desequilibrio de oferta y demanda en muchos mercados, provocando la ampliación de las ventanas de entrega; estamos trabajando con nuestros fabricantes para acelerar el suministro y agilizar los envíos, pero no esperamos resolverlo antes de que acabe junio”.

Estados Unidos ha sido perjudicado, principalmente, por los nuevos aranceles de la UE

Seis meses después, Peloton anunció la compra de Precor por 420 millones de dólares, lo que le permitió hacerse con sus fábricas en Estados Unidos y así dar un salto en su capacidad de producción. “Podremos controlar todo el proceso de producción, desde el diseño hasta el envío, y aumentar la escala de producción total, mientras mantiene un alto nivel de calidad del producto”, aseguran. Acelerar la penetración de Peloton en el mercado comercial y llegar a hoteles, residencias multifamiliares y campus corporativos y universitarios es el otro motivo por el que se firmó la operación.

Esta será una cuestión clave en un momento en el que la mano de obra estadounidense no está logrando abastecer el mercado del fitness mundial. En el caso de la Unión Europea, la compra de artículos de fitness a Estados Unidos se ha hundido un 19,3% interanual en los once primeros meses de 2020, hasta 105,2 millones de euros. El declive ha sido tal que a día de hoy Taiwán ha superado a EEUU como socio estratégico de la UE en este sector.

Ahí entra en juego la sanción impuesta por la Unión Europea en forma de subida de impuestos a la entrada de productos fabricados en este país. En el caso de las máquinas de entrenamiento, la tasa a la importación se ha situado en el 25%, que obligará a los fabricantes a sacrificar margen para que la subida sobre el precio final no se dispare.

Uno de los principales afectados ha sido, precisamente, Precor, que produce el equipamiento de cardio en Estados Unidos, aunque desde la compañía reconocen que las dificultades para importar no han estado en Estados Unidos, sino en Asia, ya que es en Taiwán donde se encuentran sus proveedores de equipamiento de peso libre, accesorios y complementos, así como la línea de producto de cycling.

“La fuerte demanda ha tenido impacto en las cadenas de suministro; hubo rotura de stock y, como en China se paralizó la economía a principios de año, se resintió la logística porque salían menos barcos con producto”, explica Eduardo Burguete, responsable del negocio de Precor en España y Portugal.

El efecto es que el periodo para recibir equipamiento se multiplicó por dos, pasando de seis semanas a al menos doce. “Aún vamos con cierto retraso por la elevada demanda que hemos tenido, pero la situación en China ya está mucho mejor”, reconoce. El cuello de botella, al igual que en el ciclismo, parece lejos de desaparecer por el elevado volumen de pedidos con el que trabajan actualmente fabricantes y proveedores, pero pese a todo hay una lectura clara: pese a las dificultades, retrasos y sobrecostes, China ha vuelto a imponerse como alternativa.

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