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La LVP busca relevo a Orange como patrocinador principal de sus competiciones de eSports

El grupo galo de telecomunicaciones ha dado nombre a las tres Superligas desde 2016 y aportaba más de un millón de euros anuales. Su salida se debe a un cambio en la estrategia del grupo a nivel global tras la llegada de Jean-François Fallacher como CEO.

orange arena lvp

M. Menchén / Á. Carretero

La LVP inicia una nueva etapa tras la pandemia. Y lo hará sin el que ha sido sin su principal socio comercial durante los últimos cuatro años, Orange, que ha decidido poner fin a su acuerdo de patrocinio, según ha podido saber 2Playbook. La empresa de telecomunicaciones aportaba más de un millón de euros anuales como title sponsor de las tres Superligas y ahora la gestora de competiciones, propiedad de Mediapro, trabaja para encontrar nuevos espónsors que suplan su baja.

La LVP se ha volcado desde principios de diciembre en la firma de nuevos acuerdos que suplan a Orange. Estos tendrán que fraguarse en tiempo récord, pues el inicio es el 18 de enero. Por ahora, los patrocinadores que figuran en su página web son Domino’s Pizza, el único con presencia en todas las competiciones y no sólo en la Superliga de LoL, y Omen e Intel, cuyos contratos se firmaron en junio de 2020.

De la web también han desaparecido otros espónsors como Mapfre y Philips OneBlade, que en los últimos años habían aumentado su aportación económica a la LVP. Tampoco figura El Corte Inglés, cuyo contrato fue ampliado en junio para dejar de enfocarse únicamente al segmento amateur y dar el salto como patrocinadores de la Superliga de League of Legends.

Desde la gestora sostienen que pese a la salida de Orange la situación “es de tranquilidad”. Si bien los acuerdos de patrocinio aún no están cerrados, la previsión de la LVP es que se puedan formalizar algunos en las próximas semanas. Por ahora no ha trascendido la identidad de ninguna de las empresas con las que se mantienen conversaciones.

La LVP ultima la firma de nuevos patrocinadores tras la salida de Orange como title sponsor

La salida de Orange, de hecho, se empezó a gestar a finales de verano de 2020, un momento que coincide con el repliegue en patrocinio del sector de las telecomunicaciones y con la llegada de Jean-François Fallacher como consejero delegado a Orange. “Estamos muy satisfechos con los resultados obtenidos con el patrocinio y con nuestra contribución al desarrollo de los eSports a través de esta colaboración durante los últimos cuatro años, pero vamos a buscar nuevos in embargo proyectos que contribuyan a aumentar la visibilidad de nuestra actividad”, indican desde la filial española de la compañía.

Desde la LVP, por su parte, han destacado “el apoyo que Orange ha dado al sector de los eSports durante los últimos cuatro años y, en especial, a la Superliga de LoL, que se ha situado como una de las referentes en Europa”. Y es que el tridente formado por LVP, Orange y Riot Games ha sido durante los últimos años el modelo a replicar por el publisher en otras filiales europeas.

La decisión, por tanto, no se basa en un tema de retorno de la inversión, sostienen otras fuentes próximas a las negociaciones, sino a un giro en su estrategia comercial. La LVP, de hecho, logró una audiencia acumulada de 56 millones de espectadores en 2020, un aumento del 43% interanual. El avance se debe, principalmente, al empuje de Fifa20 junto a EA Sports y LaLiga, a la apuesta por nuevos títulos como Valorant y a la apertura de nuevos mercados.

La competición estrella, la Superliga de League of Legends, creció incluso por encima de la media del resto de torneos, con un avance del 47% interanual y una audiencia acumulada de 9,52 millones de espectadores. La liga de LoL es la joya de la corona dentro del ecosistema de los eSports, la que más ingresos genera y es capaz de atraer más patrocinadores, como Omen e Intel.

La LVP trabaja en varias fórmulas para suplir la baja de Orange, ninguna concretada aún

La Covid-19, sin embargo, paralizó los proyectos que la LVP quería emprender en 2020 en materia de ordenación del ecosistema y relación con los clubes. Con el nuevo revés de Orange estas propuestas han vuelto a ser pospuestas este año para centrar los esfuerzos en el área comercial y en la búsqueda de nuevos patrocinadores.

Una de las principales propuestas era la centralización de la venta de derechos de televisión, imagen y activos publicitarios como las mangas de las camisetas de los equipos. El sistema de distribución aún no está dibujado, aunque diferirá del actual, basado en un pool de premios por competición. Con el nuevo modelo se agregarían todos los ingresos y, tras descontar los costes de organización y producción, se dividirían de forma desigual entre equipos en base a diferentes variables. 

Este tipo de medidas se plantean como un primer paso para concebir un aún lejano modelo cerrado de franquicias que otorgue más orden, estabilidad, visibilidad e ingresos a clubes, competición y patrocinadores.

Una de las principales reivindicaciones que aún plantean las marcas que buscan adentrarse en los eSports es la dificultad para conocer su estructura. Si bien desarrolladores como Riot Games apostaron de inicio por una única competición por país gestionada en exclusiva por un único gestor, otros como Valve o Supercell, dueños de CS:GO y Clash Royale, han permitido que coexistan todo tipo de ligas y torneos, e incluso en los últimos meses han continuado introduciendo ajustes a su pirámide competitiva global ante la falta de tracción.

El plan de la LVP es crear una nueva licencia que garantizará la permanencia de los equipos de cada competición durante varios años, de modo que se pueda ofrecer más estabilidad a los inversores y equipos de deportes profesionales que habían mostrado interés en competir en eSports. Además, ese derecho será un activo que poder incorporar al balance de cada compañía.

Este es uno de los mayores cambios, pues hasta ahora la licencia se debía renovar año a año y no se podía asegurar que hubiera siempre una plaza. Eso sí, los requisitos mínimos siempre existirán, y van desde la presentación de un proyecto deportivo creíble a garantías de sostenibilidad financiera y disponibilidad de una infraestructura mínima, como las gaming house en las que se forman y compiten los jugadores. Son bazas que la LVP espera jugar ahora en las negociaciones para emprender una nueva etapa de la mano de nuevos patrocinadores.

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