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Twitter se ha convertido en el campo de batalla ideológico por excelencia, y en el caso del fútbol no podía ser menos. La dimisión anticipada de Josep Maria Bartomeu no podría entenderse sin el poder de movilización de las redes sociales, capaces de articular un movimiento que en plena pandemia reunió más de 20.000 firmas para promover un voto de censura contra su junta directiva. La presión de los últimos días para que saliera ya, ha acabado surgiendo efecto.

Ahora bien, conseguidos los objetivos políticos de quienes aspiran a un cambio en la gestión, todos los presidenciables y el famoso entorno blaugrana deberían ser conscientes de una cosa: hoy más que nunca se hace necesaria una transición ordenada para que las prisas por entrar a gobernar no rompan negociaciones en curso que pueden ser determinantes.

El Barça es hoy un transatlántico que necesita de un comité de dirección fuerte, pero hoy no tendría sentido plantear un cese fulminante de ejecutivos afines a la junta directiva por aquello de los ismos. Para bien o para mal, son personas que conocen el funcionamiento de la maquinaria y sería humilde, y sobre todo inteligente, que la nueva junta se apoye en ellos inicialmente.

Cambios de personas, seguro, pero a su debido tiempo y permitiendo que pueda realizarse un traspaso de carteras óptimo; que ese periodo de gracia sea hasta el 30 de junio de 2021 tiene todo el sentido. Hoy, y pese a una gestión más que discutible en estos cinco últimos años, Óscar Grau al 99% sabrá mejor qué decisiones adoptar y las vías para lograrlo que un nuevo consejero delegado que no conozca la casa y el sector.

Lo mismo sucederá con los proyectos estratégicos que se han quedado a medio hacer. El Espai Barça seguro que admite revisiones, pero los futuros rectores no pueden esconder dos realidades: la inversión es necesaria para no perder competitividad y las condiciones de la financiación son óptimas. Otra cuestión es si la gestión del apalancamiento previo a este momento ha sido la adecuada. Y lo mismo sucede con el plan para dar entrada a un socio estratégico en los negocios de tiendas, audiovisual, academias e innovación. Es una oportunidad para valorar alejada de los ismos.

Y sí, muchos considerarán que esa consideración hacia la junta directiva saliente es mucho pedir para quienes emprendieron una acción de responsabilidad contra sus predecesores y en el área deportiva han gestionado muchas veces en contra de lo que se construyó previamente. Pero ahí puede residir la grandeza del próximo presidente del Barça: más mirar al futuro que al pasado.

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