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Entre el agua y el capital: los clubes catalanes de natación defienden su modelo social de gestión

Las entidades sin ánimo de lucro buscan proteger sus secciones deportivas frente a operadores privados que buscan rentabilidad económica en la gestión del agua y de unas instalaciones que los clubes han hecho suyas durante décadas.

Piscina CN Terrassa

Cataluña cuenta con una red de clubes centenarios que han sido la cantera del deporte federado y de alto nivel. Estas entidades, que son agentes clave en el desarrollo deportivo y social de diferentes municipios, han contribuido al crecimiento del deporte de base, la inclusión y la salud ciudadana. Sin embargo, el actual modelo concesional los enfrenta a una competencia desigual con grandes operadores privados que buscan rentabilidad económica. 

Las grandes cadenas de gimnasios, algunas respaldadas por fondos de inversión, han puesto sus ojos en los centros municipales de gestión concesional. Su capacidad financiera les permite licitar con ofertas económicamente más ventajosas para las administraciones, ya que su lógica responde a objetivos de rentabilidad. Esta realidad  amenaza al ecosistema de clubes que ha sido pilar del deporte catalán. Entidades sin ánimo de lucro que ayudaron a construir y mantener las instalaciones donde entrenan podrían perder su gestión, y con ello, parte de su identidad y su razón de ser. 

Puede volver a ocurrir con el nuevo CEM Sagrera, cuya licitación ha sido declarada no válida por el Tribunal Catalán de Contratos del Sector Público (Tccsp). La resolución de este tribunal, que confirmó que las condiciones económicas de la licitación excluían de facto al CN Sant Andreu y al resto de entidades sin ánimo de lucro, da esperanzas a unos clubes que temen por su futuro, estrechamente vinculado a la gestión de las instalaciones municipales donde operan. 

Las 50 entidades más destacadas de Cataluña forman parte de la Associació Catalana de Clubs de Natació (ACNC), entidad fundada en 1997 y que aglutina una red de centros con más de 120.000 socios y 5.000 trabajadores. Su impacto económico directo supera los 100 millones de euros, el equivalente al 0,23% del producto interior bruto (PIB) de Cataluña. Si se tiene en cuenta el impacto indirecto, la cifra se quintuplica hasta 500 millones, según datos de la asociación. 

Buena parte de los clubes asociados a la ACNC gestionan instalaciones municipales desde hace décadas. Este modelo concesional ha permitido reinvertir los ingresos en el propio deporte y en la comunidad, garantizando el acceso al deporte de base y al alto rendimiento en un entorno de equilibrio social. Sólo en la última década, estas entidades han destinado más de 60 millones de euros de fondos propios a la mejora de equipamientos deportivos municipales. El 26% han aportado más de cinco millones, mientras que un 33% han desembolsado entre uno y cinco millones. Sólo un 22% de los clubes no han reinvertido en los equipamientos , al no ser los gestores de las instalaciones que utilizan. Son cifras que demuestran el elevado valor social que generan estos clubes, que han contribuido a desarrollar un modelo deportivo y social propio de Cataluña, basado en la reinversión, los valores y el compromiso comunitario. 

 

Un modelo con alma: la función social y deportiva de los clubes

No es casual que estas entidades sean y hayan sido la cuna de medallistas europeos, mundiales y olímpicos, pero también un punto de encuentro para centenares de miles de deportistas anónimos de todas las edades interesados en cuidar su salud en un espacio social. Los clubes gestionan equipamientos con miles de socios y una fuerte vocación educativa y comunitaria. Desde la formación de deportistas federados hasta la promoción de la salud, su labor trasciende lo competitivo. 

“El objetivo no es obtener beneficios, sino reinvertir cada euro en la actividad deportiva y social: formar deportistas, fomentar valores, promover la inclusión y ser un motor deportivo y social para la ciudad. El reto es preservar este modelo y hacerlo crecer en un entorno cada vez más exigente”, explica Óscar Gallego, director general del CN Terrassa, que gestiona sus instalaciones municipales desde hace más de sesenta años. “No se trata sólo de gestionar una instalación, sino de preservar un proyecto deportivo y comunitario de casi cien años”, indica. 

 

Pérez (CN Sant Andreu): “Perder esa instalación sería perder los orígenes del club”

 

“La gestión no sólo garantiza la viabilidad económica, también permite equilibrar las necesidades deportivas, sociales y comunitarias de la ciudad”, añade Jordi Mas, director general del CN Granollers. “Los deportes que practicamos requieren de muchas horas de entrenamiento y, por tanto, tenemos costes muy elevados. Sin los ingresos derivados de la gestión de la instalación, tendremos que incrementar el coste para las familias, lo que provocará que los deportes acuáticos pasen a ser deportes exclusivos”, avisa. 

El CN Sant Andreu nació en 1971 a partir de la gestión de una piscina municipal solicitada por los vecinos. “Perder esa instalación sería perder los orígenes del club”, recuerda su gerente, Helena Pérez. Esta entidad, que en un principio renunció a volver a optar a la gestión del CEM La Sagrera al ver inviable mantener su modelo, ha reclamado al Ayuntamiento de Barcelona atender la singularidad de los clubes en las licitaciones. Los clubes consultados para este reportaje coinciden: “Perder la gestión de la instalación pondría en riesgo la continuidad de la entidad y provocaría que la ciudad perdiera un activo fundamental para su progreso deportivo y social”. 

 

Los clubes denuncian la amenaza de un “modelo mercantilizado”

Los centros deportivos municipales se han convertido en un nuevo terreno de disputa. En los últimos años, la entrada de operadores privados y fondos de inversión en la gestión de equipamientos públicos ha generado preocupación entre los clubes catalanes. Según los datos recabados por la ACNC, el nivel medio de inquietud de los clubes alcanza los 8,6 puntos sobre 10. El temor es compartido: perder la gestión podría suponer la desaparición de secciones deportivas, un incremento de costes para las familias y la pérdida de autonomía para adaptar los espacios a las necesidades del deporte de base.

 

Mas (CN Granollers): “Sin los ingresos derivados de la gestión de los centros, los deportes acuáticos se convertirían en prácticas exclusivas, inaccesibles para muchas familias”

 

“Sin esta fuente de ingresos, los deportes acuáticos se convertirían en prácticas exclusivas, inaccesibles para muchas familias”, advierte el director general del CN Granollers. “Nuestro valor añadido es la promoción deportiva; sin ella, perderíamos nuestra esencia”, suma Jordi Neira, gerente del CN Mataró. Este club opera en unos terrenos que dependen de Ports de la Generalitat y cuya concesión vence en 2029. “Si el presente es mejorar el nivel de servicio a los socios y ser el club de referencia del Maresme, el futuro es la renovación de la concesión”, anticipa. 

La competencia, además, es desigual. Mientras que algunos grandes operadores pueden asumir pérdidas iniciales en busca de rentabilidad futura, los clubes sociales operan con recursos limitados y un enfoque más social. “Dejar de gestionar las instalaciones del CEM Can Toda tendría muchas implicaciones, entre las cuales la desaparición del entramado de nuestra entidad deportiva”, alerta Jordi Payà, gerente del CN Catalunya. El Ayuntamiento ha sacado a concurso la gestión de las instalaciones que gestiona este club, el CEM Can Toda, tras expirar la anterior concesión en 2024. El nuevo contrato plantea un potencial negocio de 10,7 millones hasta 2028. 

En muchos casos, la historia de los clubes y la de las instalaciones son inseparables. El CN Sant Andreu no existiría sin la piscina municipal que lo vio nacer. El CN Catalunya, con más de 80 años de historia en el barrio de Gràcia, ha sido un agente de integración social y deportiva en una zona tradicionalmente trabajadora. “El club fue una parte fundamental en el desarrollo y la integración de un barrio eminentemente de trabajadores que llegaron con la inmigración de los años 60 y los 70 y se establecieron en el Carmel y otras zonas de Gràcia. La evolución y mejoras del barrio han ido en paralelo con la historia del club”, recuerda Payà. 

Otros casos, como el del CN Palamós, muestran la cara más dura de esta realidad: “Nos hemos quedado sin piscina. Estamos en peligro de extinción, necesitamos visibilidad”, explica el club. Actualmente son cinco las instalaciones que permanecen cerradas y en las que no se ha proporcionado una solución a los clubes. “Dejar de gestionar nuestras instalaciones supondría perder parte del tejido deportivo y social de la ciudad”, aporta Adrià Cortijo, director deportivo del GEiEG, entidad referente en Girona. Para todos estos clubes, la gestión directa no solo aporta estabilidad económica. Permite adaptar los horarios y el uso de los espacios a las necesidades deportivas, asegurar la continuidad de las secciones de base y mantener la accesibilidad para todos los públicos.
 

Cortijo (GEiEG): ““Dejar de gestionar nuestras instalaciones supondría perder parte del tejido deportivo y social de la ciudad”

 

Un futuro por definir: el papel de las administraciones

Los clubes coinciden en que el futuro pasa por el reconocimiento institucional de su singularidad. Reclaman que los pliegos de concesión valoren no solo los criterios económicos, sino también el impacto social, educativo y deportivo de su labor. Las administraciones deben decidir si quieren preservar un modelo comunitario o entregar el deporte al mercado”, reflexiona el gerente del CN Catalunya. 

“El debate no es sólo económico, sino político y social: ¿qué modelo de deporte público quiere promover Cataluña?”, plantean desde de la ACNC. La asociación pide a las administraciones establecer un diálogo constructivo para garantizar la continuidad de los clubes como garantes del deporte de base. “Es urgente impulsar un Pacto Nacional para proteger y reforzar los clubes deportivos de Cataluña. Los clubes representan la base piramidal del sistema deportivo catalán, pero están sufriendo las consecuencias de un modelo político demasiado centrado en la competición y en el ámbito federativo, a menudo alejado del enorme impacto social, educativo y comunitario que los clubes generan día a día”, reflexiona.

La ACNC subraya que es imprescindible reconocer, preservar y fortalecer ese valor social que sustenta el deporte catalán y que es esencial para la cohesión del país. “Por más intentos de capitalizar o mercantilizar esta tarea desde otras estructuras, incluso bajo el paraguas del non profit, sólo los clubes tienen la clave. Sólo los clubes pueden hacerlo —y esperamos que así sea por muchos años más”, sentencia. 

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