Televisión por cable, servicios de telefonía e Internet, infraestructura de telecomunicaciones… Comcast es una de las cinco mayores empresas de radiodifusión y televisión por cable del mundo, el mayor proveedor de servicios de fibra en Estados Unidos y una de las tres empresas con más suscriptores a la televisión por cable en el país. Esta diversidad en sus líneas de ingresos es la que ha permitido capear mejor que sus rivales audiovisuales la fuga del cable. En Estados Unidos el 40% del consumo audiovisual ya es por streaming, un trasvase que ha penalizado y aupado a partes iguales a Comcast, y que explica por qué desde finales de 2024 explora escindir en compañías independientes un gigante edificado a lo largo de más de 60 años.
Las plataformas OTT han cambiado el panorama y condicionado el negocio de la venta de derechos audiovisuales. 2Playbook analiza la estrategia en deporte de los principales operadores audiovisuales, con Comcast protagonizando el último reportaje
El emporio de Comcast incluye NBCUniversal, las cadenas de televisión NBC y Telemundo, los canales de pago MSNBC, CNBC, USA Network, Syfy, los estudios de animación Dreamworks, Universal Animation Studios, su propia cadena de parques temáticos, el estudio de cine Universal Pictures, la plataforma paneuropea de televisión de pago Sky y la plataforma de streaming Peacock. Se trata de un gigante que cerró 2024 con una facturación de 123.731 millones de dólares (108.940 millones de euros), su mejor resultado histórico, y con un beneficio neto de 15.877 millones de dólares (13.979 millones de euros).
A pesar de mantener unos resultados robustos, no ha sido inmune al declive de la televisión por cable, como ha sucedido con otros operadores. Warner Bros Discovery (WBD) escindió su negocio en dos unidades totalmente diferenciadas a finales de 2024. El objetivo: frenar la sangría de suscriptores, reestructurar su deuda y poder invertir en los negocios de streaming y estudios de cine, los más rentables, sin comprometer el futuro del grupo. Paramount Global también se fusionó con Skydance Media el año pasado para dar el salto al streaming e iniciar su reposicionamiento lejos del cable, mientras que Espn y Fox Sports ya tienen sus propias OTTs en marcha.
Mike Cavanagh, presidente de Comcast, hizo un anuncio similar en la última conferencia ante inversores, aunque la escisión aún no se ha materializado. “Estamos explorando la creación de una nueva y mejor capitalizada compañía controlada por los accionistas actuales y que englobe únicamente a nuestros operadores de cable”. Las razones son las mismas: la televisión por cable ha perdido millones de suscriptores (casi 400.000 perdió Comcast el año pasado) y el coste de la distribución de la señal y de los peajes que los operadores pagan por el uso de infraestructuras ya no es rentable en comparación al streaming.
Peacock, por tanto, es la gran beneficiada en la nueva estrategia de Comcast. No es casualidad que el grupo la revolucionara en verano con la emisión en exclusiva de los Juegos de París 2024, gracias a lo que ganó tres millones de nuevos suscriptores. Peacock cerró el año con más de 36 millones de usuarios. A pesar de ello, apostar por esta transformación aún requiere de importantes inversiones, y los verticales de streaming están lejos de ser rentables para sus propietarios. “Todos estamos experimentando los efectos de esta transición en nuestros negocios y hemos estado estudiando cuál es el mejor camino para estos activos. Aún no estamos listos para hablar de detalles concretos”, añadió entonces Cavanagh.
El papel de los deportes en su punto de inflexión
Por el momento no está claro cómo afectaría esta separación en distintas unidades de negocio a su porfolio deportivo y de entretenimiento. Comcast ha sido uno de los players tradicionales del deporte estadounidense a través de NBC y en países como Reino Unido, Italia o Alemania a través de Sky.
NBCUniversal tiene comprometidos más de 2.000 millones de dólares anuales por las noches del domingo de la NFL; otros cientos de millones por la emisión del fútbol americano universitario en español a través de Telemundo, así como los derechos del próximo Mundial y otros grandes eventos de fútbol internacional. Además, a partir de 2025-2026 recuperará los derechos de la NBA, por los que ha comprometido 2.450 millones de dólares por temporada para emitir partidos en NBC Sports y Peacock. Y a ello se suman los 3.000 millones que invirtió para retener los Juegos Olímpicos durante los próximos once años.
A ello hay que sumar torneos del PGA y LPGA Tour, Nascar, IndyCar, US Open, partidos de la MLB a través de los operadores regionales integrados en Xfinity, Premier League, o los partidos de la conferencia Big Ten de la NCAA de baloncesto. En total, sólo en Estados Unidos, su inversión anual se cifra en torno a 6.000 millones de dólares (5.283 millones de euros) anuales.
Su amplia huella se extiende a Europa con Sky, a través de la que maneja derechos de la Premier League, Bundesliga, Serie A, Champions League, Fórmula 1, MotoGP, NFL, Ryder Cup, los principales torneos de rugby, dardos… en grandes mercados como Reino Unido, Italia y Alemania. Sólo en el deporte británico ha invertido 18.000 millones de libras (21.333 millones de euros) en la última década, según datos del propio operador. Con los nuevos ciclos audiovisuales de las principales competiciones en diferentes mercados se estima que la inversión anual de Sky es, como mínimo, similar a la de NBC y Peacock en Estados Unidos.
A la inversión en derechos deportivos hay que agregar los negocios paralelos que maneja Comcast relacionados con el deporte. El más relevante se remonta a 1996, cuando compró la empresa Spectacor, que controlaba a los Philadelphia Sixers de la NBA, Philadelphia Flyers de la NHL y el Spectrum Arena. Ahora Comcast ha formado una joint venture con los propietarios de ambos equipos – Harris Blitzer Sports & Entertainment – para construir y gestionar a partes iguales un nuevo pabellón en la ciudad. El coste total será de 1.300 millones de dólares (1.262 millones de euros), Comcast tendrá los naming rights y estará operativo en 2031, justo cuando finaliza la concesión del Wells Fargo Center.
La relación de la empresa con Philadelphia va más allá de su origen. Llegó a ser propietaria de ambas franquicias durante varios años a la par que mantenía sus derechos televisivos junto a los de la NFL y otras competiciones. La relación se acabaría antes de finalizar esa década, con el enfrentamiento abierto entre la NBA y NBC, que ha tardado dos décadas en cicatrizar. Ahora se repite una situación similar con la NHL, de la que ha sido socio histórico y de la que perdió sus derechos en 2021 en favor de Disney.
Este nuevo formato de joint ventures es una opción que el gigante de las telecomunicaciones y los contenidos busca explorar. Uno de los proyectos que quedó paralizado fue la creación de una OTT conjunta con Paramount, que surgió como respuesta a la superplataforma que trataron de impulsar Espn, Fox Sports y WBD. Es una muestra más de cómo los cambios en una industria tan interdependiente y competitiva puede suponer todo un terremoto para el resto de operadores, que tratan de ajustarse en función de los movimientos de sus competidores.
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