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La alta competición, ante un 2021 decisivo: renovarse y pactar para que no se pare el reloj

Las grandes disciplinas afrontan el nuevo año con la necesidad de darle un nuevo enfoque al modelo de negocio de la alta competición, ya sea para generar mayores ingresos o, sencillamente, para encontrar la sostenibilidad.

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La reforma del fútbol no puede esperar y debemos afrontarla cuanto antes. Los grandes clubes europeos tenemos miles de millones de seguidores repartidos por todo el mundo. Tenemos la responsabilidad de luchar por este cambio”. Con su particular tono pausado, Florentino Pérez no regateó la cuestión en la última asamblea general del Real Madrid. El presidente blanco no citó ni una sola vez la palabra Superliga en las setenta páginas de su discurso, pero el proyecto de la competición de los 5.000 millones de euros tiene su firma. Y es un capítulo más de la reforma de la pirámide competitiva de los principales deportes, en Europa, ahora acelerada por la Covid-19.

El proyecto de los grandes clubes se encuentra actualmente en la fase de idea y lejos de un escenario de realidad próxima. “Es un proyecto muy minoritario y sin profundidad, ni económica ni social; un claro desconocimiento de lo que es la política, la cultura y la economía del fútbol, y sus derechos audiovisuales”, criticó Javier Tebas, presidente de LaLiga, pocas horas después de que Josep Maria Bartomeu anunciara la adhesión del FC Barcelona al plan, en lo que se entendió como un último servicio al frente del club blaugrana. Tras su dimisión, el tema quedó guardado en un cajón de las oficinas de can Barça a la espera de que un nuevo presidente tome partido tras las próximas elecciones.

Sea como fuere, con o sin Superliga, la salud de los próximos cuatro años del fútbol europeo estará en juego en 2021. Con la pandemia todavía inmersa en el día a día, clubes y federaciones continúan discutiendo sobre cómo ha de ser la renovación del modelo de negocio de la Champions League y el resto de grandes competiciones que cuelgan de la Uefa. El acuerdo que se alcance marcará la viabilidad y los cimientos del deporte rey después de la Covid-19. Too big to fail, que dirían los críticos, sobre la complejidad de que prospere una gran revolución a corto plazo en la pirámide competitiva del fútbol europeo, donde conviven más de treinta ligas, 900 clubes y un regulador, la Uefa.

La incertidumbre ha prorrogado la toma de decisiones que afectan en primer grado a la Uefa, como gestor de las competiciones, y a la ECA en su calidad de patronal de los clubes europeos. Más allá de la ya consabida creación de una tercera competición de clubes, Uefa Europa Conference League, que se estrenará en 2021-2022 y aumentará hasta 96 la lista de equipos participantes en torneos continentales a partir de la próxima temporada, el quid de la cuestión está en la generación de ingresos, su reparto y la solidaridad que asumen. En la 2018-2019, de los 3.250 millones de euros generados por la comercialización de la Champions, Europa League y Supercopa de Europa, 407,5 millones de euros fueron a parar al fondo de solidaridad con el que la Uefa apoya a las federaciones -y por ende, a los clubes- más modestos.

La televisión ha salvado la temporada a buena parte de los clubes de fútbol. En España, los equipos de LaLiga menos dependientes del ticketing, abonos y patrocinios -las otras tres grandes patas de la facturación- son los que afrontan el 2021 con menos cargas e incertidumbres. La SD Eibar y el Getafe CF, con beneficios récord de 15,1 y 16,6 millones de euros el último curso, respectivamente, son ejemplo de ello. Por el contrario, el FC Barcelona firmó números rojos de 97 millones de euros y el Real Madrid, aunque logró un exiguo superávit de 350.000 euros, anticipa pérdidas de 91,1 millones de euros para 2020-2021 si no hay un nuevo ajuste salarial, tal y como adelantó 2Playbook.

En 2018-2019, de los 3.250 millones generados con la comercialización de la Champions, Europa League y Supercopa de Europa, la Uefa destinó 407,5 millones al fondo de solidaridad con el que apoya a federaciones y clubes modestos

Esta disparidad económica entre los trasatlánticos del fútbol nacional y el resto, a causa en gran medida de una inesperada pandemia mundial, ha acelerado viejos anhelos. Porque la idea de crear una Superliga que ofrezca cantidades ingentes de dinero a sus ricos gestores no es nueva. Sin embargo, hoy la crisis le da un nuevo argumento para exigir una redistribución del dinero.

“En este momento, los que sufren son los clubes grandes porque los pequeños, con los derechos de televisión, en algunos casos pagan el 100% de sus gastos. Algo tiene que cambiar, porque nosotros tenemos que proteger el fútbol y si no hacemos algo el fútbol no ocupará el lugar que le corresponde. Hago un llamamiento a todos para que reflexionemos desde la solidaridad”, apuntó Florentino Pérez en la última asamblea del Real Madrid.

Desde Turín, Andrea Agnelli, presidente de la ECA y miembro de la familia propietaria de Fiat y la Juventus, también se ha referido en varias ocasiones a este respecto. En junio de 2019, previamente a la llegada de la Covid-19, el dirigente dejó clara su idea: “Hay que tener una visión europea y no sólo pensar en el mercado nacional de cada uno; el principal motivo de la polarización y la brecha financiera entre clubes europeos son las cinco grandes ligas europeas”.

Cabe recordar que las cinco competiciones nacionales más importantes del continente -LaLiga, Premier League, Bundesliga, Serie A y Ligue 1- controlan el 75% del mercado europeo. Este punto ha llevado a los mandamases del fútbol a replantear su modelo de gobernanza.

 

Más de 5.000 millones de euros: ¿un negocio realista?

Los ideólogos de la mayor revolución de la pirámide competitiva del fútbol europeo aseguran que pueden doblar los 2.550 millones de euros brutos que aportan a los equipos los torneos de clubes de la Uefa. Según Sky Sports, el banco de inversión JP Morgan está dispuesto a financiar este torno con 6.000 millones de dólares (5.123 millones de euros).

Cifras astronómicas, partidazos cada fin de semana, pero un presupuesto que el mercado pone en cuarentena. “Ni las audiencias ni el agregado de lo que hoy pagan los operadores por ligas internacionales justifican una revalorización tan bestia de los derechos, mucho menos si presuponemos que la Uefa mantendría sus torneos de clubes y las ligas nacionales defenderían el fin de semana”, sostenía recientemente a 2Playbook un bróker de derechos audiovisuales.

Y es que, trayendo el ejemplo de España, Movistar+ invierte 1.450 millones de euros al año en derechos de fútbol, de los que 1.015 millones de euros se los lleva LaLiga con sus dos competiciones. La Uefa renovó su contrato hasta 2024 con Telefónica por 325 millones de euros anuales, con un recorte del 15% respecto al pecio que pagaba ahora, y la Fórmula 1 ha asumido un recorte del 25%. El caso español es replicable en el resto de Europa. ¿Una liga de gigantes cambiaría el reparto del presupuesto en derechos de las grandes telecos y plataformas? Es la pregunta en la que navegan los fondos de inversión, ávidos de dar el pelotazo en el fútbol.

Mientras tanto, la Uefa y la ECA están muy cerca de firmar la aprobación de la nueva Champions que han dibujado conjuntamente para el próximo ciclo, que se iniciará en 2024. Para entonces, el torneo repartiría cuatro billetes más, aumentando hasta 36 los equipos participantes en su fase de grupos, según avanzó The Telegraph.

Fuentes del sector confirman a 2Playbook este punto, con un formato de competición que aún está por determinar. Las opciones son dos: mantener el dibujo de los grupos, con seis grupos de seis equipos que se enfrentarían entre sí y se clasificarían para octavos de final los dos primeros y los cuatro mejores terceros, o crear una clasificación única en la que jugaran diez partidos (cinco como local y cinco a domicilio) contra una decena de rivales y los 16 mejores obtendrían un billete para la siguiente ronda.

Esta segunda posibilidad iría en consonancia con las manifestaciones, en privado, de algunos clubes de la Premier League o de la Ligue-1 que abogan por la reducción de sus respectivas ligas nacionales a 18 equipos para hacer espacio en el calendario a esta nueva Champions y maximizar ingresos.

Además, los clubes de fútbol europeo seguirán padeciendo las consecuencias de la Covid-19 en sus cuentas de 2020-2021, lo que realimenta los rumores. La ECA ha anunciado recientemente que la pandemia supondrá una caída de 5.000 millones de euros en el negocio, mil millones más de lo previsto en verano para sus 247 clubes adscritos a la patronal.

 

El fútbol… y después el resto

Otro factor que ha evidenciado la Covid-19 es el reinado del fútbol en el deporte español de alta competición. Una atención especial que directamente influye en el devenir del resto de competiciones, con mucha menor atención mediática y, por ende, económica. El baloncesto y el balonmano, las otras dos disciplinas de equipos que copan el podio nacional, viven con gran angustia la actual situación pandémica y ya han solicitado al Gobierno fondos públicos para mitigar el impacto de la crisis económica provocada por el coronavirus. En ambos casos, no se trata de reinventarse para crecer en ingresos, sino para encontrar una sostenibilidad económica.

Recientemente, el presidente de la ACB, Antonio Martín, reclamó al Ejecutivo el retorno paulatino de los aficionados a los pabellones tras diseñar un protocolo “absolutamente seguro” de acceso a los recintos. A la vista de que este plan no parece factible a corto plazo, varios clubes de la Liga Endesa ya han requerido acceder a parte de los 50 millones de euros que percibirá el Consejo Superior de Deportes (CSD) de los fondos europeos para la recuperación económica, tal y como adelantó 2Playbook.

Por su parte, la Asobal continúa trabajando internamente para lograr que la máxima competición de balonmano nacional -y la tercera más potente de Europa tras Alemania y Francia- pueda aumentar sus ingresos atrayendo a nuevos patrocinadores que apuesten por esta disciplina de la que España es potencia mundial. De momento, varios de sus equipos han solicitado un rescate público para salvar la temporada, que afrontan con el lastre derivado por la Covid-19 en su negocio en 2019-2020. Aumentar los derechos por televisión -Dazn compró este verano un paquete de la Champions masculina para España- y la vuelta del público a los pabellones son dos de sus grandes retos para darle la vuelta al actual escenario.

En este escenario, el temor ante la llegada de una nueva competición de clubes de primer nivel que pudiera reemplazar a las actuales ligas nacionales sobrevuela los pabellones multiusos. Ya sea con una posible liga -al estilo Euroliga- creada por la European Handball Federation (EHF) en el balonmano o por una Superliga a pequeña escala en el fútbol sala.

En balonmano y fútbol sala, el Barça, con presupuestos transatlánticos en comparación con sus rivales nacionales, podría estar interesado en el desarrollo de una ‘Superliga’ europea

En ambas disciplinas, clubes como el FC Barcelona, con presupuestos transatlánticos en comparación con sus rivales nacionales, podrían estar interesados en el desarrollo de proyectos de este tipo. Más ingresos y foco en una competición que aumentaría el valor de su marca. Esa visión, por un lado. La otra es que podría suponer la estocada final a históricos clubes que no tendrían el impulso de una Primera División nacional que les permita ser sostenibles en la alta competición.

Desde esta temporada, la EHF Champions League, tanto la masculina como la femenina, está compuesta por 16 equipos divididos en dos grupos de ocho. Los cuatro mejores se clasificarán para los cuartos de final, y el compromiso es que los partidos se disputen en miércoles y jueves.

Es algo que se defendía desde Asobal, cuyo ex secretario general, Ricard Hijós, criticaba en 2019 que “la competición europea más importante, que es la Champions League, disputa los encuentros el fin de semana, y eso obliga a la competición nacional a trasladar sus partidos del fin de semana entre semana, porque la federación europea así lo impone; de alguna manera se tienen que dar cuenta de que la base de todo es la competición doméstica, porque los clubes grandes que compiten en Europa están formándose y entrenando cada semana en la competición doméstica”. Y finalmente atendieron a esa reivindicación.

Además, las diez primeras plazas se reservan a los campeones nacionales, mientras que las seis plazas restantes se distribuyen vía invitación en función de los siguientes criterios marcados por la propia competición: sede, televisión, espectadores, resultados europeos pasados y gestión de productos y digital del club en cuestión. De este modo, se busca combinar la meritocracia deportiva que permita mantener buenas relaciones con los torneos domésticos, con los detalles del modelo cerrado de competición que procede de Norteamérica y que son claves para la revalorización de los derechos.

El desarrollo de una liga europea que mande sobre las nacionales es complicado, pues si bien es algo a lo que podrían aspirar algunos clubes de España, por ejemplo, es algo que no interesa en Alemania o Francia, con competiciones locales muy consolidadas: los clubes galos y teutones tienen un presupuesto medio de 5 millones de euros. En España, el Barça con 9,9 millones de euros tiene más presupuesto que el resto de clubes Asobal juntos.

A la inversa sucede con el fútbol sala, donde nuestro país ha sido la gran potencia mundial durante décadas y cuenta con la liga doméstica más importante, la Lnfs. “Nosotros también padecemos en silencio, porque hay un problema de crecimiento; Uefa ha visto que hay una oportunidad de negocio, pero lo que sucede es que Alemania, Inglaterra y Francia son los países que se ha propuesto potenciar porque es donde venden los derechos televisivos, aunque no tienen competiciones fuertes”, apuntó Javier Lozano, presidente de la Lnfs, en 2019.

“La Uefa está encaminada a crear otro producto rentable, y tendremos que blindarnos porque lo vamos a sufrir seguro”, vaticinó el dirigente. Actualmente, la disciplina ya está reconocida en 53 de las 55 de las federaciones europeas, y el número de futbolistas profesionales se estima que supera el medio millar en el Viejo Continente.

 

El fútbol femenino, la buena nueva

En el deporte femenino, y más en concreto en el fútbol jugador por mujeres, encontramos la buena nueva ante este 2021 laborioso para los gestores de la alta competición. La Primera Iberdrola se convertirá en profesional la próxima temporada, con todo lo que ello implica. El primero de los grandes cambios será que la competición dejará de estar bajo la gestión de la Real Federación Española de Fútbol (Rfef) para pasar a manos de los propios clubes.

El pasado diciembre, el CSD confirmó la concesión a la categoría, aunque ahora debe ratificarse vía ley. Actualmente, el ente que agrupa a la mayoría de los equipos es la Asociación de Clubes de Fútbol Femenino (Acff), pero el próximo gestor de la categoría será una nueva entidad específica con los equipos participantes, tal y como establece la Ley del Deporte.

Otro de los grandes avances de la profesionalización de la liga supone que la nueva gestora, es decir, los clubes, será libre para comercializar los derechos de la competición, incluyendo el naming o el balón oficial, entre otros activos. Hasta ahora, esta competencia la tenía la Rfef.

En cuanto a los derechos audiovisuales, estos continúan siendo propiedad de los clubes, y son ellos los que deciden si adjudicarlos por su cuenta o hacerlo de manera centralizada, como hacen una docena de clubes femeninos con Mediapro, que aporta tres millones de euros a cambio de los derechos. Eso sí, si se firma un convenio de coordinación entre la Rfef y la asociación que certifica que es esa patronal la que puede comercializar los derechos comerciales, quedaría aún más claro que podría alcanzar un acuerdo con las televisiones.

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