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La calculadora del Barça: causas y efectos del saneamiento exprés con los derechos de TV

El balón de oxígeno lanzado por LaLiga para repartir las pérdidas por Covid en cinco años permitirán a la junta de Laporta operar con normalidad ya este verano si vende el otro 15% de las retransmisiones. La operación tiene mayor coste que vender BLM.

Espai Barça Laporta Goldman Sachs

El FC Barcelona confía en llegar al ecuador del mercado de fichajes con libertad plena para fichar. Es decir, dejando atrás la obligación de ir liberando fichas para reinvertir una parte y la incertidumbre de llegar a las últimas horas de la ventana de traspasos para inscribir a los futbolistas. El reto no ha sido sencillo, tras llegar al 29 de junio con unas pérdidas antes de impuestos de casi 800 millones de euros desde 2019-2020. ¿Cómo se está salvando? Por un lado, con la flexibilidad dada por LaLiga para absorber el golpe de la Covid-19 en cinco años; por el otro, con la mayor venta de activos no deportivos en la historia del club. ¿Había otro camino al de la vía exprés por la que se ha optado? ¿Cómo impactará en los próximos años?

El primer punto no es menor, y rompe con la idea trasladada por la junta de Joan Laporta en la última asamblea sobre un teórico interés de LaLiga en que el club sufra. De hecho, en términos absolutos es el que más se ha beneficiado de la norma que permite distribuir entre 2022-2023 y 2026-2027 todas las pérdidas atribuibles a la pandemia. En este caso, hablamos de unos 370 millones de euros en total entre 2019-2020 y 2020-2021, según las estimaciones de 2Playbook, a partir de las cuentas del Barça.

Esta reforma de la gestora presidida por Javier Tebas hace que Laporta necesite en torno a 485,5 millones de euros en ganancias este verano para recuperar todo el terreno perdido esta temporada, entre 430 millones de números rojos no atribuibles a la pandemia y los 55,5 millones que le toca absorber inicialmente que sí se corresponden a la Covid. Y ese déficit se salvará con la colocación de un 25% de los derechos de televisión.

Fuentes próximas a la junta directiva confían en que, aunque se retrase unas semanas, la apuesta finalmente es que el saneamiento exprés se haga a costa de las retransmisiones de los próximos 25 años, aparcando el resto de las operaciones por ahora. La primera colocación, de un 10% a Sixth Street, ha supuesto una inyección de 207,5 millones y una plusvalía contable de 267 millones de euros. Y Laporta estima que podrá colocar el 15% adicional al mismo precio, lo que supondría otro extraordinario de 400,5 millones de euros.

La decisión final choca con los planteamientos públicos del vicepresidente económico, Eduard Romeu, que ha insistido en que lo ideal sería limitar la venta al 10%. La razón no era otra que minimizar el impacto futuro en los ingresos del club, pero también las negociaciones adicionales que deben realizarse con los acreedores, empezando por Goldman Sachs, que parte de sus préstamos al club están garantizados con los derechos de televisión.

Con estas dos operaciones -la idea es que ese 15% no deba trocearse entre varios fondos-, el club blaugrana cubriría esos 485,5 millones de euros que debe tapar de entrada. Pero es una solución a corto plazo que traspasa problemas a los siguientes ejercicios que deberán atajarse antes de diciembre si quiere erradicarse del vocabulario del aficionado conceptos como “lograr más fair play financiero” o “trabajar con la norma del 1-3”.

La razón es simple, y la solución no lo es tanto. Las cuentas de 2021-2022 revelaban que aún existe un déficit importante entre los costes ordinarios del Barça y su capacidad para generar ingresos recurrentes. De hecho, el presupuesto incumplido para este año contemplaba un ajuste de más de 100 millones en la masa salarial, la entrada de nuevos patrocinios por 25 millones y la venta de Barça Studios por 50 millones de euros.

Ese desfase todavía no se ha podido corregir, pues Romeu admitió que fueron ambiciosos con el recorte planteado y que la masa salarial aún debería aligerarse en unos 150 millones de euros, de modo que pueda situarse en torno a los 400 millones. Eso pasa inexorablemente por una revisión de los contratos de los capitanes como la que ya ha aceptado Sergi Roberto, que renovó con una rebaja salarial de casi el 50%, o la salida de futbolistas con nóminas firmadas antes de la Covid por Josep Maria Bartomeu que ya estaban muy por encima de la media del mercado y que hoy están muy alejadas de la nueva escalera salarial del club.

Y aquí es donde vienen los impactos a medio y largo plazo que la junta de Laporta deberá gestionar durante su mandato. La flexibilidad de LaLiga que le beneficia este verano se traducirá en que al límite salarial que les corresponda al Barça se le restarán 74 millones de euros en los dos siguientes ejercicios (2023-2024 y 2024-2025) y 83,25 millones en los dos posteriores (2025-2026 y 2026-2027). Es decir, que, si al club le corresponden 600 millones de límite, lo autorizado por la gestora de la competición se situará entre 526 millones y 517 millones de euros durante los próximos cuatro años, respectivamente, según las estimaciones realizadas por este medio.

Pero alcanzar ese límite salarial de más de 600 millones de saque no es realista a corto plazo, pues ese margen para nóminas deportivas y amortizaciones sólo se le concedió en 2018-2019, cuando la cifra de negocio alcanzó su récord con 836,3 millones de euros y se obtuvieron plusvalías por traspasos de más de 100 millones. Un escenario imposible de plantear a corto plazo, con las líneas de negocio recurrentes aun recuperándose de la pandemia y un mercado de fichajes en el que los precios se han desinflado.

Y a eso hay que añadir el impacto de optar por el saneamiento exprés colocando un 25% de los derechos de televisión, en lugar de optar por un mayor recorte del gasto u operaciones más industriales como la venta parcial de Barça Studios o Barça Licensing & Merchandising. El propio Romeu confirmó que esta vía supone renunciar a 41 millones anuales en ingresos, equivalente a un 25% de lo que le transfiere LaLiga por las retransmisiones, contemplando como escenario realista el del mantenimiento del valor actual de los derechos.

El sacrificio que se asumirá es muy superior al que habrían exigido las renuncias a la mitad de los teóricos dividendos que pudieran generar en el futuro las filiales audiovisuales y de retail. Para la primera, el plan de negocio establecía un ebitda que podía alcanzar los 200 millones de euros a medio plazo, como adelantó 2Playbook. Eso sí, siempre a partir de la generación de nuevos ingresos. Para la segunda, se confiaba en un margen estable de entre 20 millones y 30 millones de euros anuales, un plan en el que Fanatics e Investindustrial creían y estaban dispuestos a invertir hasta 275 millones de euros.

Sin embargo, Laporta ha decidido enfriar sobre todo la colocación de hasta el 49,9% de BLM, pese a pedir autorización hace sólo unas semanas en asamblea de compromisarios. La razón es que no quiere ceder en la gestión y que un socio industrial pueda interferir en los diseños de la hoja de ruta o la selección de profesionales al frente del negocio. En el nuevo escenario, lo que se plantea es más bien una colocación de un paquete de en torno al 20% de las tiendas a un fondo que sólo espere cobrar dividendos y, en su caso, encargar la gestión a un tercero, como ha hecho el Real Madrid con Legends en el retail.

Optar por estas dos ventas, y siempre que se cumplieran los objetivos, hubiera supuesto la generación de más de 300 millones de euros, muy por debajo de los 667,5 millones que supone vender el 25% de los derechos de televisión. Es decir, que habría sido insuficiente para el principal objetivo de Laporta, que es poder operar ya con normalidad en este mercado de fichajes e incluso invertir 200 millones en la adquisición de jugadores. La alternativa era y es ser más cauto en esta ventana de fichajes.

Sobre todo pensando en que, a los 41 millones que dejarán de cobrarse por la tele, se sumará la caída de ingresos por matchday durante las obras del Espai Barça. El acuerdo con el Ayuntamiento de Barcelona establece una inversión de entre 15 millones y 20 millones de euros para adecuar el Estadio Olímpico de Montjuïc, cuyo aforo -dos tercios del Spotify Camp Nou- también supondrá una merma de ingresos, tanto por cuotas de abonados como por taquilla. Y no sería hasta 2026-2027 cuando se recuperaría el aforo pleno en el nuevo recinto ya remodelado.

Es decir, que las dos principales líneas de negocio se verán afectadas en los próximos años, un agujero de ingresos que difícilmente podrá compensarse únicamente con la entrada de nuevos patrocinios. El principal salvavidas podría ser toda la actividad que genere el Espai Barça, que en la hoja de ruta acordada con Goldman Sachs para buscar 1.500 millones de financiación se establece que entrarán 200 millones de euros anuales de nuevos ingresos.

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